viernes, 12 de febrero de 2010

!! PERDONAME DIOS !!




¡Perdóname Dios...
por no ser como tú quieres que sea,
por caer día tras día en las mismas tentaciones,
por no tener ese espíritu firme y luchador
ni las agallas para enfrentar las situaciones...

¡Perdóname Dios por ser tan débil...
por no corresponder
al amor que me profesas...
porque a veces te ignoro
y me escondo en mis debilidades
como si tú, no me vieras...
por no seguir tus huellas,
por mi pereza y torpeza;
por hablar más de la cuenta...!

¡Perdóname Dios por no acercarme a ti...
por preferir al mundo y sus maldades,
por pensar más en lo material que en lo espiritual,
por llorar en vez de reír,
por vencerme en vez de luchar,
por rebelarme sin pensar,
por sentarme en vez de alcanzar...!

¡Perdóname Dios, porque me diste la vida
y no he sabido merecerla...!

QUE QUIERES DE MI SEÑOR?

Señor...

Tú me conoces mejor que nadie,
a ti no puedo engañarte;
a ti no puedo mentirte porque vives dentro de mí.

Miras mi interior desde adentro,
donde nunca nadie ha mirado,
sin embargo, a veces te siento tan lejos;
como si una fuerza superior a mis fuerzas
quisiera apartarme de tu lado;
de lo que significas en mi vida;
de lo que fuiste en mi pasado.

Y me siento en desamparo,
mas sé que no me abandonas,
pero no puedo evitar que este sentimiento
tan amargo, tan doloroso, se apodere de mis ganas,
de mi mente, de mi vida, de mi corazón.

Y es que mis energías, ésas que me concedes día a día,
ya no son las mismas de antes; han perdido sus colores;
esos colores que has colocado con tanta delicadeza,
similares a los de un arco iris que ilumina nuestro cielo
para recordarnos ésa, tu dulce y encantadora promesa;
ésas energías, ya no rodean el comienzo de mis días
sino que son el comienzo de mis tristezas.

Mírame y date cuenta
que, no soy ni la sombra de lo que antes era,
ni siquiera me atrevo a nombrarte sin sentir vergüenza;
te he dado la espalda como lo hizo Judas
en ese triste momento cuando un puñal clavó
en tu alma, desgarrándote tu interior;
llevándose consigo un calvario que pudo haber evitado
y que más tarde, un arrepentimiento inútil le costó.

¿Vida...? mientras me hablas de vida
y me la ofreces como un regalo precioso
que no todos tienen la dicha de conservar,
yo pienso en muerte... y la veo
como algo deseado y muy difícil de alcanzar.

¿Acaso crees que te reclamo por vivir la vida que vivo?

¡No... ! no te reclamo a ti,
pues tú sólo me has dado amor y un camino a seguir;
me reclamo a mí, por no seguir ese camino y
haber permitido que otras fuerzas me arrastraran
a rutas equivocadas y donde comienzas a apreciar
lo que antes fuiste y ya no eres, peor aun,
lo que no quieres volver a ser porque conlleva sacrificios;

esos mismos sacrificios que ahora no quieres hacer por temor
a perder tus libertades...¿libertades?
¿acaso es tener libertad el sentirse atado
a tus propios pecados, a tu propio ego?

¿ acaso es tener libertad el vivir como los demás
quieren que lo hagas, sin derecho a escoger?

¿acaso es tener libertad estar atrapado
entre rejas invisibles que se ocultan a los ojos ajenos
mas tú las ves, las sientes y no quieres librarte de ellas?

Ay, pobre de mi alma que tan confundida se encuentra;
mientras tú me ofreces esperanza, fe, amor y paz,
yo busco felicidad sin cesar, errando en esa búsqueda;
mientras tú me ofreces un mundo de bondad y libertad interior,
yo... ¿qué te ofrezco yo?

¡Sí, lo sé...!
te ofrezco egoísmo, ambición, desesperación;
los grandes enemigos del alma;
te ofrezco rebeldía, rabia y rebelión;
a la paz que me brindas, le ofrezco guerra;
esa guerra interna que me recuerda a cada instante
cuánto te he fallado y que por orgullo me niego a aceptar,

pero ¿qué orgullo puedo tener contigo...?
si tú eres el dueño de cada partícula de mi cuerpo;
eres el dueño de mi vida, de mis pensamientos, de mi ser,
y si te diera la gana, en este mismo momento
me arrancarías el alma sutilmente sin que me diera
tiempo a recapacitar, a callar... a llorar.

¿Qué quieres de mí, Señor? ¿Qué quieres?

Clava en mi alma el deseo de regresar a tu camino;
te lo exijo, te lo pido, te lo imploro, te lo ruego;
hunde en mí, ése tu puñal, ése que te da vida,
que te permite ser y estar... y tu camino encontrar.

Dame de esa agua que un día brotaba a manos llenas
de tu manantial de amor, de tu manantial de paz
y que calmaban mi sed, sin necesitar nada más...

¿Ya ves cuán egoísta soy...?
te pido, te exijo, te ordeno, te reclamo
sin ofrecerte nada a cambio.

¿Qué quieres de mí, Señor...?
¿No ves cómo vivo? No tengo nada que ofrecerte;
sólo soy un corazón arrepentido, con deseos de amarte
y de liberarme de mis propias cadenas;
soy solamente un corazón que sufre
y que despide fuego de su alma adolorida.

¿Qué puedo ofrecerte yo sino mis pecados
que me arrastran día a día y me hacen ser
más insensible cada vez...?


¿Qué puedo ofrecerte yo a ti, Señor?
Si tú eres todo lo que yo tengo...

jueves, 11 de febrero de 2010

EL REY Y LOS ZAPATEROS













Este era un rey muy querido en toda su comarca.

Como pocos gobernantes, era querido por ricos y pobres, y no necesitaba de escolta ni guardias de seguridad.

Tampoco su castillo tenía protecciones de agua, puentes levadizos ni muros de protección.


El monarca salía todos los domingos al mercado del pueblo y compartía con todos loa aldeanos muy amigablemente.

Pero tenía un pequeño gran problema, cada vez que salía de paseo, se rompía los pies y le quedaban sangrando con muchas heridas, ya que el camino estaba construido sobra base de roca, y en múltiples partes eran filosas y tenían aristas pequeñas que rompían sus pies.


Decidió juntar a todos los zapateros de la comarca, y les propuso que ensuelaran el camino al pueblo, de tal manera que al caminar sobre una suela muy gruesa, sus pies no sufrieran.

Los zapateros accedieron gustosos, sabiendo que era un trabajo de chino, pero como querían mucho a su rey, le dieron en el gusto.


Se demoraron mucho tiempo en concluir el camino de suela, cuando estuvo terminado el rey estaba fascinado con el resultado, tanto así que iba varias veces a la semana al pueblo y estaba muy feliz.

Pero como la ley de las satisfacciones dice que “Las curva de satisfacciones del ser humano tiende a infinito”, le surgió la idea de hacer otros caminos para visitar las comarcas vecinas. Los zapateros trabajaron varios años para dar gusto a los caprichos de su amado rey.


Un buen día, un maestro Zen que venía de vuelta de su peregrinaje en las montañas, pasó a saludar al rey y éste le ofreció hospedaje. El maestro aceptó gustoso la invitación y se quedó varios días disfrutando de las atenciones del rey. Cuando llegó el momento de la partida, se fue a despedir del monarca, y éste muy orgulloso le mostró su obra desde las ventanas de su alcoba real.


Cuando el maestro Zen vio los caminos interminables y perfectamente ensuelados, estalló en carcajadas de risa, y no paraba de gritar y llorar de la risa. El rey indignado le preguntó por qué se reía, y el maestro le dijo: “porque usted es un estúpido”. El rey se indignó y lo mandó detener y encarcelar porque había insultado a su majestad, y además muy mal agradecido, sin embargo el maestro no paraba de reír.

Cuando se lo llevan amarrado, el rey le dijo a sus guardias ¡alto, deténganse!, y le preguntó al maestro por qué se reía tanto.


El maestro lo miró fijo a los ojos y le dijo:

“Usted es un tonto”, bastaba con que se hubiera puesto suela en la planta de los pies y habría tenido su problema resuelto.

“La curación a nuestros males está en sanarse uno mismo y no tratar de sanar a los demás”

El rey lo nombró su consejero real.

Gracia


Acepto con gratitud cada bendición de la gracia de Dios.

Al saber que la gracia de Dios me apoya todo el tiempo, estoy alerta a las oportunidades que enriquecen mi vida. No sólo reconozco el bien, sino que lo atraigo. Al aceptar todo lo que me bendice y al bendecir a los demás, no fijo límites a mis capacidades. Tengo el valor de hacer lo que puede haber parecido imposible en el pasado.

Al actuar y hablar partiendo de la inspiración del Espíritu, hago lo mejor que puedo. Acepto la gracia de Dios y ofrezco confianza en mi trato con otros. Demuestro consideración y compasión y reconozco con agradecimiento estas mismas cualidades en los demás. Gracias a la oración, estoy inmerso en la comprensión divina.

Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, … abundéis para toda buena obra. —2 Corintios 9:8


miércoles, 10 de febrero de 2010

Hoy… Viviré para el Dios que no Cambia




“Porque yo, el Señor no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos” Malaquías 3:6.

Muchas cosas cambian cada día. No todo el igual. Cambia el clima, cambian los amigos, cambia la familia, cambian las esperanzas y los sentimientos. Lo que ayer parecía duradero, hoy ya parece débil. Cambian los sistemas y cambian los gobiernos.

Cuando veo todos esos cambios y veo cambios en mi mismo, tiendo a preocuparme, porque en lo profundo de mi ser no quisiera que nada y nadie cambiara. Pero todo cambia.. Todo?. No..No…gracias a Dios que no todo cambia. Hay alguien quien jamás cambia.

Dios no cambia, el es el mismo ayer, hoy, y por los siglos. Oh, Que seguridad me da eso. Saber que Dios no cambia.

Cuando las cosas cambian, los corazones se estremecen. Cada vez que me informan que cambiaran al jefe, me pregunto que si ese cambio me afectará. Cuando cambian los profesores o los gobernantes, el pueblo y los estudiantes se preguntan y ahora qué.

Pero Dios no cambia. Primero él es el único y no hay otro, de manera que nunca recibiré una noticia que Dios fue cambiado por otro y en segundo lugar además de que él es el único….nunca recibiré la noticia que él ha cambiado de parecer. Porque él nunca cambia y por ello él dice..porque nunca cambio, por eso no habéis sido consumidos.

Que gran lección aprendo del Padre celestial. La lección de inmutabilidad, lo que me transmite confiabilidad. Mientras el mundo a mi alrededor cambia y yo mismo cambio, levanto mi cara al cielo y marcho firme diciendo, pero yo sé que mi Dios no cambia.

“Señor, gracias por que en este día me recuerdas que tu no cambias. Cuán pronto soy para olvidar esta verdad. Ayer cosas nuevas y hoy ya son viejas y el mundo me ofrece nuevas ideas y nuevos movimientos, pero mi corazón reposa confiado, porque tú eres el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Los historiadores nos dicen que aun la iglesia cambia de siglo en siglo y los conceptos morales cambian, pero tu palabra me dice que tu jamás cambias. Tu amor sigue brillando para nosotros al igual que al principio y se que brillará con la misma intensidad mañana. Hoy te agradezco padre, porque aun el cielo y la tierra pasaran pero tú no cambiaras.

Agradecida estoy por tu inmutabilidad.

Amen.

Mírate en un Espejo!!!!







Cuando obtienes lo que deseas en
tu lucha por ser alguien,
y el mundo te convierte en Rey
por un día, solo acércate a un
espejo a mirarte, y fíjate en
lo que esa imagen te dice.

Porque no es el juicio que de ti
hagan tu padre, tu madre o tu
esposa lo que debe resaltar.

Lo que más importa en la vida
es el veredicto del que está
al otro lado del espejo.

Algunos pueden pensar
que eres un compadre
en quien se puede confiar,
y llegar a decirte que
eres maravilloso, pero el
que está en el espejo dirá
que solo eres un
fanfarrón si no puedes mirarlo
directamente a los ojos.

A él debes agradar, no tengas en
cuenta al resto, porque él es claro
contigo hasta el final;

y habrás aprobado tu evaluación
más difícil y peligrosa si el que está
en el espejo es tu amigo.

Podrás engañar durante años a todo
el mundo en tu paso por la vida,
y obtener palmadas en la espalda
en señal de aprobación, mas
la recompensa final será angustia
del alma y lágrimas si has engañado
al hombre del espejo.

El que domina a otros es fuerte, el que se domina a sí mismo es poderoso.

Proverbios 16:32
Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte,
el que domina su espíritu que el conquistador de una ciudad.

DIOS, EL SALVADOR DE MI ALMA

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