Sin ti nunca lo podré lograr. Tú eres el arquitecto de mi vida. Tú eres el Creador de mi carne y de mis huesos. Tú me hiciste según tus designios. Ahora que tú me has encontrado, deseo vivir el ser que tú quisiste que fuera. En tu Hijo Jesucristo puedo ser lo que tú quieres que yo sea. Tú eres el único que conoces el verdadero valor de mi vida. Permíteme vivir el valor que tú me has dado. En Cristo, tu Hijo amado.
viernes, 27 de febrero de 2009
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